A punto de titularse en Comunicación audiovisual, el joven Marcos(nombre ficticio) se encamina hacia sus prácticas en una pequeña ONG. Esta entidad está centrada en Guatemala pero su base de trabajadores está en Madrid. Marcos ha encontrado lo que buscaba, unas prácticas en el departamento de comunicación de una ONG, un lugar donde desarrollo y comunicación juntan sus poderes para hacer algo grande.

Durante sus prácticas, Marcos estará bajo el mando de Pedro, director de comunicación, y además ayudará a Patricia, el Community Manager de la entidad. Marcos es periodista y gestiona la comunicación con otras ONGs e individuales, organiza eventos y busca voluntarios. Por otro lado, Patricia es informática de profesión y se encarga de las Redes sociales. Le gusta repasar las estadísticas de las redes aunque estas no son muy buenas de por sí.

 

Marcos trabaja duro, escribe posts, hace vídeos y participa en reuniones bajo la atenta mirada de Patricia. Sin embargo, Marcos no sabe muy bien hacia donde va todo esto. La organización carece de un plan de comunicación concreto ni unos objetivos a los que se busque llegar. Acabar con la pobreza en Guatemala, el fin de la violencia, la paz en el mundo, supone.

Pedro improvisa su agenda de trabajo y a Marcos le llegan encargos caprichosos de diferentes miembros de la entidad. Al jefe de proyectos se le ha ocurrido un vídeo para la web, al director le gustaría ver unas fotos de un producto y la de contabilidad quiere una historia de una mujer que le impresionó mucho en su viaje a Guatemala. Marcos trabaja mucho sí, pero como pollo sin cabeza.

Las newsletter son otra de las funciones de Marcos. Se esmera en transmitir lo que le llega del terreno y trata de hacerlo atractivo pero la comunicación entre las dos sedes no es nada fluida. Podrían estar hablando de marcianos cuando comentan, «desde el terreno nos llega,» en guatemala dicen,» «dice alguien en Palencia(no la nuestra) que les mandemos la memoria»… Marcos termina tirando de creatividad pero se siente un poco mal de haberse inventado tal cifra o nombre. Se tranquiliza subiendo algún vídeo gracias a material enterrado en la oficina que llegó desde el terreno, pero que poco le falta para estar en cinta de vídeo.

Marcos trata de acercarse a Patricia interesado por las redes. Se sorprende de las organizaciones que tiene millones de seguidores y le encantaría llegar a conseguir tal impacto. Se imagina a si mismo informando casi al minuto de los avances y victorias de la organización, creando campañas impactantes y coordinando interesantes conversaciones con sus seguidores. Pero, ¿quién querría participar o seguir semejante muermo como nuestras redes sociales?

Patricia sube posts diarios centrados en información de la entidad, noticias que encuentra por la red y los menos, creados por ella, donde no son raras las imágenes de Google de baja de calidad. Ella misma se aburre y no extraña que lo haga el resto. Apenas contesta nadie excepto su novio, que comparte todos los posts. Los datos que Patricia monitoriza semanalmente no cambian mucho. Todo lo que pueden cambiar si modificas la hora y día de la semana de los post.

Tras un mes Marcos pierde la paciencia y la ilusión, esto no es para nada lo que se imaginaba. Si todas las organizaciones funcionan así tenemos un gran problema. Sin embargo, sus largos momentos de aburrimiento en la oficina le demuestra que hay lugares donde no es así. Existen organizaciones que están vivas y son activas, que comparten contenido original, que buscan la interacción, que dan la sensación de estar hechas por y para personas. Por ello, Marcos no pierde la esperanza de convertirse en uno de ellos y decide irse con sus redes a otra parte.