La joven vestía unos jeans rotos pero ajustados, haciendo resaltar la hermosa figura de sus caderas. Su piel blanca, sus ojos vivos y sus labios rosados, moviéndose alegremente mientras me hablaba de su antigua pareja y de lo afortunado que había sido al obtener un puesto en una agencia publicitaria de buen nombre y alto reconocimiento, haciendo un trabajo que no necesitaba de mucha ciencia y que estaba bien remunerado: era el Community Manager.
No pude, pues, evitar imaginarme a un veinteañero desparramado a sus anchas en una silla confortable, frente a la pantalla plana del computador, sintiéndose “fresco”, dándole vueltas al “scroll” del mouse una y otra vez, repasando sus perfil en facebook y haciendo algunos “posteos” en twitter solo para tener un argumento que valiera su cheque de fin de mes.
Esa fue la primera vez que escuché el término del Community Manager y… sentí envidia.
Pasaron unos tres o cuatro años de aquello, y hoy me encuentro, como los israelitas de la historia cuando cruzaron el mar rojo huyendo del faraón, en medio de un inmenso mar de conocimientos que se me ha abierto por delante, intentando hacer propias las técnicas, leyes, teorías y modelos existentes para convertirme en un flagrante Community Manager o Social Media.
Pero no tanto por hacer mía a la chica de los jeans rotos, ni tampoco para estar desparramado en mi sillón escuchando a todo lo que dan los audífonos mi música favorita y bebiendo un sorbo tras de otro de café, sino porque he entendido que, ante todo, un CM es un comunicador. Y eso ya es decir mucho: puesto que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Más allá de hacer malabares con las redes sociales, los boletines electrónicos, el uso de los repositorios, blogs, portales de internet y cuanto nicho informativo existe en la web, un CM es un verdadero estratega que no puede, ni debe, ser subestimado.
Es la figura que, lejos de sumarse a los tradicionales medios de comunicación conocidos, los abandera a todos y los acondiciona en nuevas ventanas de comunicación: porque un CM es redactor de notas, es productor de información auditiva, es creador de videos, es fotógrafo, diseñador y es, en medio de su soledad aparente, todo un ser multifuncional. Un CM es un verdadero mosquetero: “todos los medios para él, y él usa los medios para todos” (aunque hay quienes aseguran que sus funciones pueden contarse con los dedos una sola mano).
Pero, ante todo, un CM siempre tiene un plan. Un plan que, como la brújula del famoso pirata loco de la saga caribeña, lo llevará a donde él más quiere y necesita: a crear incidencia, fortalecer una imagen corporativa, poner en evidencia a un actor social y el trabajo que éste realiza; en fin, hacer que aquélla institución para la cual trabaja o asesora: ¡EXISTA!
REFLEXION ESPIRIvirTUAL
Herman@s, ahora que estamos cerca de vivir la #SemanaSantaenComunidad, San @alfredovela nos invita a que reconozcamos nuestros pecados para que la Web tenga misericordia de nosotr@s.
Amén.