Cómo un community manager y un navegante tienen mucho en común

Amiga community manager, te acabo de convertir en dueña de un barco. ¿Puede ser la embarcación –entiéndase red social– que quieras?, ¿un yate, un submarino, un crucero, un bote, un barco de vapor, un catamarán, una nao? No, no puede ser la que quieras, sino la que necesites en función de tus necesidades. Si quieres navegar cerca de la costa es posible que con un bote tengas suficiente (aunque tendrás que ejercitar tus brazos para poder cumplir los objetivos); si lo que quieres es cruzar los océanos, puedes aspirar a una más grande. Depende también de cuánta gente tengas pensado que se vayan a subir.

Pero ten en cuenta que si la embarcación es muy grande necesitarás una tripulación, es decir, una serie de herramientas que te ayuden en tu trabajo diario. De estas hay muchas y diversas. Lo mejor es ver las cualidades de cada una de ellas, ver qué te pueden ofrecer y, sobre todo, probar. Así podrás delegar parte del trabajo. Por ejemplo, puedes decirle a una persona de la tripulación que todos los miércoles, a media mañana, se acuerde de izar la vela mayor –o lo que es lo mismo, dejar programada una publicación en facebook.

Y no subas nunca a tu embarcación con las manos vacías. Antes de emprender el viaje, tendrás que saber cómo hacerlo. Fórmate. Porque manejar una embarcación no es fácil.

Como marinera –como community manager-, necesitarás ser aventurera y correr el riesgo de adentrarte en alta mar. Pero no olvides nunca tu cuaderno de bitácoras –donde apuntarás que has hecho cada día- para así poder ver tus resultados cuando el viaje termine, ni tu sextante –el plan de comunicación– para que no pierdas dónde estás. Te aconsejo también que hagas un poco de esponja –siguiendo la terminología marina al estilo de Bob Esponja- y absorbas todo lo que puedas. Para ello debes tener referentes, una serie de amigos, como Patricio, Arenita, Gary o Calamardo, o una serie de lugares como el Krusty Krab donde inspirarte. Y ¡recuerda!, si ellos pueden ayudarte a ti, tú también puedes ayudarles a ellos. Además, dispón de un buen catalejo, porque en cualquier sitio podrás encontrar algo interesante.

La aventura y la creatividad son aspectos cruciales, pero… ¡oh no!, ahí están los piratas –si elegiste una calavera- o el iceberg –si elegiste un crucero-. Que no cunda el pánico. Que nadie salte por la borda. Que nadie se beba todo el Ron para que no acabe en manos enemigas. No fue el caso del Titanic, pero tú sí tienes previsto estos contratiempos. Así que tómate un minuto para respirar y afronta la crisis como la tenías planeada.

No olvides nunca que no eres una marinera cualquiera, sino que formas parte de un sector especial e, incluso, privilegiado. Sácale el partido a ello. Porque es tu punto fuerte.

Y con todo esto, a veces, solo a veces, acabas en una isla desierta con tu embarcación encallada en la arena. Por más que lo has trabajado y por más que has seguido paso a paso todo lo que tenías planeado, llega un momento en que te das cuenta que tu barco está estancado y no se mueve. Es el momento de repensar e introducir cambios. Tómatelo con calma, ten paciencia y aprovéchate de lo que tengas a tu alrededor y de tu tripulación. Ambos te aportarán ideas sobre qué has estado haciendo para llegar ahí y cómo cambiarlo.

En cualquier caso, la navegación nunca será tranquila. Y si lo llega a ser, no te relajes. Porque a tu espalda puede estar formándose un temporal que haga crecer el oleaje. Además, esperamos que nunca llegues a verlo, pero es posible que llegues a encontrarte con el Kraken.

Pero si estás pendiente, siempre con tu catalejo y el sextante a mano, la navegación será lo más amena posible y conseguirás realizar un viaje realmente enriquecedor.

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