Antes de empezar el curso pensaba que un Community Manager era algo así como una Mary Poppins con mucho para contar y educar, siempre dispuesta con una sonrisa, siempre preparada con una buena foto y una frase ingeniosa. Un CM era un profesor que elaboraba material didáctico con los contenidos de la ONG, y los transmitía de la forma adecuada en el sitio adecuado, era el animador sociocultural de los foros, era en realidad como un profesor de idiomas (como yo, XD) que en vez de explicar en clase explicaba en internet: Tenía un material o contenido que yo equiparaba con material didáctico que había que subir a la red, y con eso hacer un contenido atractivo. Un traductor que traducía los mensajes del mundo real al lenguaje cibernético, un artista de la imagen y la palabra.
Durante el curso me estoy dando cuenta de que un Community Manager es mucho más que eso, es… casi un superjirou. O superjirous, porque las capacidades o superpoderes que ha de tener un CM es difícil verlas todas juntas en una sola persona.
Un texto que me ha abierto los ojos es “Un día en la vida de un Community” , de Aerco . En el texto me han llamado mucho la atención unos conceptos como bidireccionalidad y multidireccionalidad que, aunque ya se habían puesto de manifiesto repetidamente en el curso yo no era capaz de visualizar en ejemplos.
En la historia del artículo, CM aparte de lucir sus dotes artísticas en las redes entra en todos los foros de su sector para recabar información sobre la impresión que están recibiendo sus productos. También se reúne con otros dos departamentos (quizá los equivalentes a áreas en una ONG) para transmitir la opinión de los usuarios a su colectivo. Representa a los simpatizantes de la ONG cuando esta se reúne y puede hacerlo porque los ha estado “escuchando” en las redes sociales. Como los encargados de las otras áreas son conscientes de la importancia del trabajo del CM evalúan sus objetivos en función de lo dicho, y en ocasiones puede incluso modificarlo. Y es que como he dicho el Community Manager tiene la capacidad de de recoger las opiniones de la gente en primera persona y en directo, y hacerlo de una forma que probablemente sería imposible sin las redes sociales, de llegar a muchos sectores de la población que de otra forma no se llega, y abre las puertas a esa bidireccionalidad de la que tanto se ha hablado y a la que pocas veces se ha llegado. En el texto se pone de manifiesto que es posible hacer eso que muchas ONGs anhelan, trabajar de forma horizontal.
En el artículo me llamó también la atención el tiempo dedicado al día a chatear con los colaboradores fieles de “la marca” (odio este término), en este caso ONG. Esta labor del Community manager, colaborar y conversar los interesados como una obligación, me parece muy importante en una ONG porque, según me ha parecido cuando he participado de forma más activa e implicada en proyectos de Ong, he tenido la sensación de que este tema se descuida un poco en lo virtual: creo que debido a la rotundidad del mensaje, a la evidencia de la necesidad de nuestras acciones, damos por sentado que nuestra labor es ser escuchados en vez de escuchar y que no debemos esforzarnos tanto en cuidar esos voluntarios porque la fuerza de nuestro contenido es suficiente imán y basta para actuar como fuerza de atracción, y eso no siempre es así, las comunidades no suelen ser así.
Pues nada, así es como imagino yo a mi Súper-Community Manager: artista versado en las letras y el photoshop, publicista capaz de dirigir campañas, profesor que elabora contenidos accesibles y es capaz de adaptar su lenguaje a diferentes alumnos (público), traductor de boletines a diferentes formatos y plataformas, friki rarito al que le divierte cacharrear con cada nueva herramienta de las redes sociales, embajador de los usuarios (o voluntarios) en cuya búsqueda va de foro en foro para encontrarles, intermediario entre la gente y las ONGS y sobre todo… capaz de escuchar. Creo que el mejor superpoder de multiplicarse y dividirse, repartir y delegar tareas, ser más de uno y convertirse en equipo, y ya de paso convertir a todo el equipo en CM, ya que me parece que la responsabilidad de la comunicación debe recaer en más de una persona.
La verdad es que la Community Manager suena fatal, ¿qué tal “transmisor en REDES sociales”? Por ejemplo. Bueno, ya surgirá un término algo mejor.