Con la respectiva digitalización de las comunidades y el creciente uso de las redes sociales en los ámbitos comerciales, quizás nos hayamos preguntado ¿cómo podemos utilizarlas adecuadamente para mejorar la comunicación de nuestras organizaciones?
Antes de avanzar es importante destacar que la inmensa mayoría de ONGs no cuentan con un perfil dedicado exclusivamente al tratamiento y gestión de sus comunidades. Como norma general se suele recurrir a voluntarios con «ímpetu» y «arrojo» que asumen la tarea de hablar en nombre de la entidad a la que pertenecen y de comunicar al exterior las actividades desarrolladas por la misma.
Para contribuir a despejar algunas dudas conviene puntualizar a qué nos referimos cuando hablamos de un Community Manager:
El Community Manager es aquella persona «encargada de sostener, acrecentar y defender las relaciones de la empresa con sus clientes en el ámbito digital». Así entonces, es el responsable de establecer relaciones de confianza entre los usuarios y la marca, sabiendo recoger diversas impresiones para proponer mejoras dentro de la organización.
Reconociendo la dificultad de tener un puesto dedicado y profesionalizado como Community Manager en nuestras organizaciones quizás estas habilidades propuestas a continuación sirvan para que el voluntario con «ímpetu» y «arrojo» sea más efectivo o por lo menos se adapte mejor a la responsabilidad de dicha actividad. Así, el voluntario debe de ser capaz de:
- Contar con conocimientos relacionados con la actividad de la organización
- Tener buena capacidad de redacción o gusto por la misma
- Contar con conocimientos derivados del uso de las plataformas digitales
- Capacidad resolutiva
- Innovación y creatividad
- Capacidad para incentivar la participación de la comunidad
- De empatizar con el público