Era lunes, 9 de la mañana, y durante la reunión semanal, entre bostezos y caras cansadas que venían del fin de semana, Ramón interpeló a Javier: — Oye Javier, que las redes sociales están sin actualizar hacer mucho tiempo. ¿Tu prima no comenzó a estudiar comunicación social? Pues dile que se venga un par de horitas a la semana, que haga unos posts, que responda los comentarios y ya con eso lo resolvemos — .
Javier, muy obediente y expeditivo, hizo lo que su jefe Ramón le ordenó. Llamó por teléfono a su prima Alba preguntándole si tenía 5 o 6 horas libres a la semana para ocuparse de las redes de la asociación. Le endulzó los oídos diciéndole que sería la flamante Community Manager de la organización, que sus tareas sólo serían ocuparse de las redes sociales, hacer un par de posts, responder comentarios y ya.
Para coronar la oferta, le ofreció un sueldo que según él “le permitiría cubrir sus consumos diarios y las salidas con sus amigas”.
Alba escuchó atentamente la oferta de su tío Javier, le dijo que se lo pensaría y que le comunicaría su decisión en los próximos días.
Al cabo de unos días, Alba le envió a Javier una carta con la respuesta: